Trabajar consiste en poner al servicio de otros o de uno mismo: el músculo, las habilidades, las competencias, los conocimientos y el talento personal por un salario, por una paga o un honorario.
Pero no sólo eso. Representa también lealtad hacia la institución que nos contrata, trabajo bien hecho y entregado a tiempo, calidad en el servicio al cliente, ética personal, para brindar el servicio sin trampas. Honestidad a toda prueba, puntualidad para llegar a tiempo y a veces sacrificio de quedarse un poco más… etc., etc.
Las exigencias del trabajo son a veces abrumadoras. Se complica mucho más si tenemos un jefe exigente y compañeros de trabajo de trato no cooperativo o poco amable, cubrir largas distancias, a veces de varias horas para llegar al trabajo.
Para muchos padres de familia representa ausentarse de su hogar la mayor parte del día para llevar el pan a su casa y muchos de ellos se sienten ajenos a su núcleo familiar, e incluso culpables, por no poder dedicarle más tiempo a la educación y cuidado de sus hijos o su pareja, en especial cuando a los miembros de la familia les aquejan problemas emocionales o de salud que requieren su presencia en casa y el compromiso del trabajo les impide estar con sus seres amados.
Las exigencias laborales han provocado más de un divorcio, y los celos de los hijos o la pareja, ya que algunas personas también se convierten en “trabajólicos” es decir, viciosos del trabajo y no son capaces de equilibrar el tiempo de calidad que se debe de brindar a la vida personal, laboral y de trabajo.
Aquí aprenderemos a: desarrollar hábitos deseables para trabajar con gusto y eficiencia, valorar el trabajo y aprender cómo ser más productivos y laborar por objetivos, enterarnos de técnicas efectivas para manejar el tiempo y los recursos, adquirir una cultura de prevención y proactividad y mejora continua para aplicar ¡YA!.
Por tanto, y tomando en cuenta que el eje de nuestra vida es el trabajo, necesitamos librarnos de una tendencia que se está haciendo cada vez más grave: Ser trabajólico. También se les conoce como ergómenos o ergomaniacos.
El trabajólico es la antítesis del holgazán; convierte el trabajo, más que en un medio para subsistir, en un vicio para mantenerse ocupado y tal vez aislado de la sociedad y de la vida y lo peor es que ¡no se da cuenta!.
Es cierto que el trabajo es demandante y la economía aprieta, pero hoy más que nunca, conviene re-plantearse hasta que punto vale la pena sacrificar, afectos, vida personal y familiar y salud por logros laborales… aunque como siempre comentamos en este espacio: “LA DECISIÓN ES ENTERAMENTE SUYA”
A continuación, algunas de las características del trabajólico para tenerlas presentes y tratar, en la medida de lo posible, de atenuarlas a favor de la salud física y emocional.
Aquí se muestran algunas de las más recurrentes señales de los que son trabajólicos. Si te identificas con alguna de ellas, dale remedio disminuyendo la actividad febril y mejor sustitúyela por actividad planeada efectiva. Hay que poner primero la salud, la calidad de vida y a los seres amados. El trabajo siempre estará ahí, los seres amados y la salud hay que procurarlos y disfrutarlos… después si se cae enfermo… quien sabe.
Saludos cordiales
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