Caminando por la calle mire hacia un rincón, allà estaba un anciano y en su mano el corazón,
¡No pregunte pero la expresión de su mirada cansada y triste, como si gritara!
¿Juventud porque te fuiste? todos sus movimientos y sus fuerzas estaban en un rincón,
Con desilusión acariciaba su bastón.
Me acerque y acaricie sus toscas manos, observe los surcos de su cara, eran tan profundos, como un lamento que gritaba ¡si tú me amaras no me arrinconaras! en silencio miraba a sus hijos por los cuales habÃa trabajado, el mismo se preguntaba.
¿Por qué, por qué me han arrinconado? el no decÃa nada pero su corazón lloraba, su mirada decÃa.
¿Si alguien tuviera corazón en su pecho? yo no fuera estorbo ni desecho.
Con desesperación se rasco la cabeza y la meneaba con decepción, quise decirle que no se preocupara, pero se me rasgo el corazón, el con lagrimas en sus ojos levanto su mirada y me miro muy fijo, sus ojos con angustia gritaban, ¡Necesito tu amor, hijo!
Cuando recuerdo esta expresión, mi corazón se agita, al momento recuerdo que en casa tengo a mi viejita, he aprendido que en los ancianos esta la ciencia, debemos amarlos y tenerles paciencia, porque en su larga edad está la inteligencia, ellos valen mucho asà como los ves, la hermosura de los ancianos es la vejes, ¡Por favor ámalos! no los metas en un rincón, ¡Guárdalos en tu corazón!
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