Es muy raro encontrar personas adultas que no recuerden eventos tristes de niñez. Las causas son muchas. Basta ver el historial de nuestro paÃs que fue conquistado y ha atravesado por una dolorosa revolución, y esa historia nos ha heredado todos los dolores no resueltos por la familia y la sociedad: las crisis económicas, las ideologÃas de culpa y pecado, las ideologÃas de lucha de géneros, las soledades del padre ausente y la madre sumisa, los problemas de la lucha de clases y la posición social.
Como seres biológicos, contamos con mecanismos inconscientes de encapsular esos eventos tristes y dejarlos de lado para hacernos más o menos funcionales, pero esas áreas sin atender se manifiestan en situaciones vitales y nos causan confusión y dolor porque no se han atendido suficientemente y permanecerán si no se hace algo al respecto.
• Se notan cuando la persona se emborracha.
• Salen a la luz, cuando la persona logra tener un puesto de poder.
• Se experimentan cuando la gente tiene oportunidades de éxito y las deja ir.
• Se manifiestan en nostalgia y tristeza en fechas como la Navidad y Año Nuevo o aniversarios.
• Se resienten cuando se viven situaciones parecidas en las actividades cotidianas.
Las heridas de infancia se recrudecen también con el trato que los hijos reciben en su nacimiento, desarrollo, proceso de socialización y su enfrentarse a la vida. Estas son:
1. El miedo al abandono. Si el hijo no fue deseado, siempre tendrá miedo de ser abandonado. Si no fue atendido y acariciado se sentirá inmerecedor de ser amado. Tenderá a abandonar a sus parejas, y nunca terminará sus proyectos.
2. El miedo al rechazo. Si fuimos rechazados de niños ya sea por nuestros familiares o por nuestros primeros conocidos, y no desarrollamos habilidades sociales, ese miedo nos acompañará siempre. La desvaloración propia se desarrolla cuando no recibimos valoración en niñez.
3. La humillación. Esta herida se genera cuando sentimos que los demás nos desaprueban y nos critican. Las burlas no comprendidas y mal manejadas, el buleo, y la desaprobación de otros, persisten hasta la edad adulta si no se corrige durante nuestro desarrollo. Tiene cura desarrollando habilidades de manejo de autoestima.
4. La traición o el miedo a confiar. Estas experiencias desarrollan personalidades controladoras y perfeccionistas. Hay algunos esposos o esposas con tales percepciones que andan por ahà sin dejar de mencionar a algunos jefazos o socios de negocios.
5. La injusticia. El sentimiento de injusticia entra en juego en hogares en los que los cuidadores principales son frÃos y autoritarios. Las personas que crecieron en hogares asÃ, son poco afectuosas, recelosas y sensibles ante las injusticias propias y ajenas.
Una manera de lidiar con estos sentimientos es, en primer término, reconocerlos, después investigar más a fondo las situaciones de infancia, una vez comprendida la causa, aceptar que asà fue… no hay culpables, hay experiencia y circunstancia, después ventilarlo profundamente e intensamente con alguien que se pueda hablar con mucha confianza; reconocer al niñito lastimado interno y darle, desde nuestra posición de adulto, el apapacho, los cuidados y el amor que no recibió mientras crecÃa.
Saludos cordiales.
22/Septiembre/2015
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