Es lo único que sé hacer

Todos los días amanecemos con muy malas noticias. Parece que se ha convertido en lo único. Y lo peor es que parece que la mayoría de las personas ya se acostumbraron a esa dinámica.

Cada día hay cuota de sangre, de muertos, de robos, de secuestrados, de asaltos en transporte público y pillerías en todas partes en todos los niveles, desde los más bajos hasta las cúspides políticas de todos conocidos por lo que se divulga en los medios masivos de comunicación.

Recientemente, me asombró una noticia en la radio. Tengo por costumbre escuchar un antiguo programa en Radio Red. Un locutor de la vieja guardia, Jorge Martínez Serrano, dirige un noticiero único, cultural, musical, y comentan las noticias con un grupo de periodistas especialistas en varias disciplinas.

En una noticia escalofriante por lo que representa se suscitó la siguiente situación:

Dos mozalbetes de entre 16 y 17 años, entraron a robar a la tienda de una anciana. La señora, con la autoridad de sus años sobre los adolescentes les gritó: “ Chamacos, dejen eso ahí! ” los jóvenes delincuentes miraron a la señora de forma amenazante, siguió el saqueo de la caja y le dijo a la señora: “ quédese donde está señora y no le haga al cuento… “esto es lo único que sé hacer”

¡Qué declaración tan dolorosa y tan real!

Ahora, la inmensa mayoría de los malhechores, son jóvenes. Desafortunadamente, delincuentes, se siguen formando en casa. ¿Dónde están moralmente y emocionalmente los padres de los ladrones mencionados? ¿Y los del joven que baleó a su maestra y a sus compañeros en Monterrey? ¿Y los de tantos jóvenes que se monean en las calles y viven sin orden ni límites ni dirección?

Lo único que puede evitar la delincuencia es una buena educación en casa, revestida de valores y mucho amor con límites y fomento del respeto, que el niño y el joven tengan responsabilidades y que sus padres no les solapen sus desobediencias. La frase: “ esto es lo único que sé hacer ”, revela dramáticamente todo el descuido y desamor que han tenido esos jóvenes que delinquen y que se pierden en las sombras del mal vivir.

Si estuvieran expuestos al arte, al buen cine, al teatro, a la lectura, a los buenos afectos, al deporte, a los idiomas, a la tecnología sana, a la ciencia, al comercio o negocios, a descubrir y trabajar su vocación, tendríamos menos jóvenes delinquiendo y más ciudadanos produciendo bienestar para ellos y la sociedad.

El ciudadano honesto sigue siendo hechura de los padres y es bueno que esa responsabilidad se asuma a cabalidad, para que no pase a ser un factor de culpa y remordimiento.

Cerraré este escrito refiriéndome a una interesante reflexión que apareció en un grupo de chat de empresarios de Chalco. Saludos y gracias por compartir.

Si el servicio militar es obligatorio, ¿por qué la educación no lo es?

Sueño con el hipotético momento cuando persiguieran a cada joven y le dijeran: Muéstrame tus estudios… ¿No tienes? Listo, quedas arrestado…. te vamos a educar en ciencias, artes y cultura ciudadana, porque no puedes deambular por ahí sin nada que aportarle a tu país y a tu sociedad.

Padres, a ponerse las pilas…¡ hay mucho por hacer… por sus familias, por ustedes, por este generoso país. NUESTRO PAÍS.

Saludos Cordiales.

8/Marzo/2017