No Somos Perfectos, Somos Perfectibles

Tal vez la petición más cercana a ser perfectos, sin que sea una obligación, la da Jesús en una de sus prédicas “sed perfectos, como perfecto es vuestro padre”

El concepto de perfección para aplicarse a un ser humano es muy pesado… casi imposible.

Los padres lo exigen a los hijos sin serlo ellos.

Los curas lo exigen a los feligreses del mismo modo.

Los jefes a los empleados.

Los entrenadores a los jugadores.

Los Gerentes a sus vendedores.

Los esposos a las esposas y viceversa.

Etc.

¿Es posible llegar a la perfección siendo humanos?

Creo que es posible ser mejor y mejor cada día y el espíritu del ser humano consciente busca, anhela, procura ser mejor o por lo menos mantenerse en un nivel óptimo, lo cual también conlleva un alto grado de energía. De todos es bien conocida la frase “Lo importante no es llegar, sino sostenerse”

Si bien hay que ser exigentes con los trabajos bien hechos, y con los ejecutores de los mismos, también es importante ser exigente con uno mismo, para alcanzar un alto grado de excelencia que tal vez un día se convierta en perfección.

Los grandes ejecutores de distintas disciplinas, trabajan duro para lograr la perfección, son reconocidos porque con sus obras llegan al alma y al corazón de quienes les escuchan o están en contacto con sus obras.

He visto personas llorar de admiración al estar frente a una obra maestra de pintura, escuchar una obra musical excelsa, o escuchar una canción “llegadora” o una pieza épica que exalta los sentidos. También se observa el respeto que se tiene históricamente por “Las siete maravillas del mundo antiguo y las siete del mundo moderno”.

Aterrizando el concepto, en las cosas cotidianas, como ejecutores, precisamos disciplinarnos para entregar siempre lo mejor de nosotros en cada ejecución y si tenemos gente a nuestro cargo: hijos, alumnos, empleados, colaboradores o es una costumbre excelente ser exigentes para que se entreguen por los trabajos bien hechos.

En ese desarrollo, los expertos (líderes) en cada área, tienen el compromiso de entrenar, educar o capacitar a quienes tienen a su cargo para lograr la excelencia.

Hay que dejar un área de tolerancia para el aprendizaje, otra para la frustración, una más para la esperanza de que la siguiente ejecución será mejor.

Estas actitudes se ven mucho en las competencias de alto rendimiento; al final del día, los atletas buscan siempre sus mejores marcas, estar a tope siempre y tarde o temprano llega el declive… o el descuido.

En disciplinas intelectuales o de negocios, el hecho de no estar actualizado y buscando la excelencia, es una puerta abierta para salir del mercado o de plano estar vigentes en un bajo perfil y tan sólo sobrevivir hasta llegar a la bancarrota.

Para estar cerca de la excelencia y aspirar a la perfección hay que estar cerca de los grandes ejecutores en todas las disciplinas por medio de estudiar y admirar sus obras para que tomemos lo mejor de su genio, su planeación, su disciplina, su perseverancia, su organización personal, sus metas y sus ambiciones. Sólo así estaremos cerca o en un camino de excelencia y posible perfección.

“Sed perfectos como perfecto es vuestro padre”, invita tanto a la obra mundana y profesional, como a la vida interna espiritual.

Que se logre o no, depende de conceptualizar correctamente el término “perfección” Recomiendo encarecidamente que lean el poema “Escuela” de León Felipe, y lo analicen a profundidad.

Ahí hay muchas claves.

Nos recuerda que “La práctica hace al maestro”

Les deseo que encuentren el camino a la perfección en todo lo que hagan y que antes de exigirla en alguien más, se lo exijan a sí mismos.

Saludos cordiales.

29/Agosto/2016